P. Ignacio Flores García, MG
Aún recuerdo la emoción de haber sido destinado a terminar de formarme como sacerdote en Misiones, específicamente en el Centro de Formación de África, en la Misión de Kenia. En aquella generación fuimos enviados un grupo de cinco jóvenes seminaristas, pero tres de nosotros fuimos hacia Kenia y los otros dos fueron a Corea del Sur. Entre preparativos, realización de trámites, despedidas y un sinfín de actividades, el tiempo se nos pasó muy rápido.
Entre los muchachos que iban a Corea se encontraba Alberto Puente Colunga, a quien llamamos de cariño Beto, ahora Misionero de Guadalupe en aquellas tierras. Desde la despedida en el seminario no volví a ver a Beto, pues llega un tiempo en que los compañeros, amigos y hermanos de comunidad tenemos que separarnos para continuar en la Misión que el Señor nos encomiende.
El tiempo del que estoy hablando es del año 2005. A partir de entonces cada quien tomó el rumbo señalado y no tuvimos la oportunidad de encontrarnos. Cada quien supo del camino que el otro llevaba gracias a la comunicación cibernética que existe hoy día, pero al hallarse uno en un país de primer mundo y otro en un lugar donde apenas se podía contar con un buen servicio internet, ya únicamente nos quedaba conocer por referencia el caminar del otro.
Esto sucede muy a menudo con sus ahijados queridos bienhechores, pues una vez que tomamos el camino en Misiones resulta un poco difícil coincidir en el plan que los otros hermanos tienen. Sin embargo, quiero compartirles que después de todos estos años hubo un momento de reencuentro entre dos seminaristas del ayer, ahora convertidos en sacerdotes misioneros que continúan el camino de la evangelización en tierras extranjeras donde todavía no se conoce a Dios.
Este reencuentro de dos Padres jóvenes, ahora curtidos por las experiencias culturales, fue un grato momento de unión en el que, aunque fuera por escasos momentos, pudimos conversar un poco y darnos un abrazo de ánimo para seguir nuestras encomiendas.
El P. Alberto Puente regresó a su Misión y un servidor continúa con su trabajo como promotor vocacional en México. A veces pienso que cuando Dios separa también une, y esto ocurre con la familia, los hermanos, los amigos y los conocidos. Es curioso experimentar cómo después de un tiempo el Señor nos recupera en alegrías este sacrificio de a veces separarnos de gente que conocemos y amamos.
En esta ocasión les quiero seguir encomendando en sus valiosas oraciones a todos nuestros hermanos sacerdotes, sus ahijados misioneros, que trabajan en diferentes partes del mundo compartiendo la Buena Nueva. Cuando yo estaba lejos también ofrecía mis oraciones por ustedes y de hecho aún lo hago, así como lo hace cada misionero que se tiene que separar de su patria y de su cultura, entre otras cosas, para continuar la construcción del Reino de Dios.
Antes de irse, le pedí al padre Alberto que nos enseñara cómo se reza la oración del Padre nuestro en coreano y que nos dedicara algunas palabras para los muchachos que sienten inquietud por el sacerdocio. Él accedió amablemente, y ahora con gusto les comparto el siguiente enlace, donde podrán ver un video para conocer más de cerca al P. Beto y escuchar la manera en que seguramente todos los días reza por todos nosotros desde su Misión: www.revistaalmas.com.mx/padrebeto.
Misael Castillo Castillo dice
De Huauchinango, Pue. les envío un cordial saludo, deseándoles mucho éxito en tan importante misión como es la de difundir el evangelio de nuestro Señor Jesucristo por todo el mundo. No recuerdo cuantos años llevamos con ustedes, pero nos sentimos muy agradecidos con el Señor por permitirnos formar parte de tan hermosa misión.
Les pedimos a ustedes oraciones por nuestra familia: mi esposa mis, hijos y mis hermanos.
Maria dice
Que el SEñor ñes bendiga y guie por sus caminos siemkpre, mil gracias por ser las personas maravillosas que son y su hermosa renuncia a lo amado para servir a los demas. Ya no tengo edad para hacer lo que Ustedes, pero de que manera se puede ayudar para que Uds sigan creciendo y sirviendo como hasta ahora. Gracis
Eduardo Vargas Muñoz dice
Excelente labor de todos Ustedes, Dios quiera y haya mas sacerdotes porque es lo que necesita nuestras comunidades.
Felicidades al padre Ignacio y al Padre Alberto por su labor en los pueblos africanos. Dios los bendiga.
Juan José Ramírez dice
Apreciable Eduardo:
Muchas gracias por sus palabras y buenos deseos. Definitivamente el aumento de vocaciones es una necesidad muy importante para nuestra Iglesia, por lo que siempre invitamos a nuestros bienhechores y amigos a que promuevan el interés por el sacerdocio entre los jóvenes de sus familias y comunidades. Quizá usted conozca a algún joven que a futuro podría ser Misionero de Guadalupe.
Le enviamos un cordial saludo.
Martha Pérez Meneses dice
Tengo varios años con ustedes, los felicito y pido a Dios porque bendiga su vocación y los haga perseverar en ella. Bendiga también a sus familias. Si estuviera joven me hubiera gustado mucho servir en misiones en África. Un cariñoso abrazo.
Juan José Ramírez dice
Estimada Martha:
Gracias por su mensaje, no cabe duda de que el ánimo misionero cabe en toda persona y a cualquier edad. Sus palabras nos animan a seguir esforzándonos en esta labor.
Agradecemos el apoyo que nos brinda y le enviamos un saludo afectuoso.
José Rubén Segura dice
Saludos de SLP leo la revista desde hace mucho tiempo, gracias a mi madre que me la recomendo
Juan José Ramírez dice
Estimado José Rubén:
¡Qué gusto saber que es nuestro lector gracias a la recomendación de su mamá! Agradecemos siempre el apoyo de nuestros bienhechores y los invitamos a compartir nuestra revista con más personas de su familia o su comunidad.
Le enviamos un cordial saludo.